martes, 29 de diciembre de 2009

26 27 Dic Navidades Tropicales

Después de una interminable semana de trabajo, llegó la calma de nuevo. Un poco triste por la precipitada partida de mi querido primo, culpa de este sistema que permite que los perjudicados seamos siempre los mismos, los usuarios y los mas desprotegidos. Estamos hablando de la quiebra de Air Comet, por si todavía alguien no se enteró.

Como iba diciendo, nos desplazamos a la localidad de Pelileo, al lado de Ambato, donde vive una parte de mi familia ecuatoriana. Allí celebramos la navidad con un poco de retraso, con buena comida y buen rioja (a la salud de mi primito) . El domingo fuimos de paseo vía Baños hasta el río negro, donde se une al río Pastaza, un sitio maravilloso donde bañarse, remedio perfecto para mi gripe primaveral. Mas tarde nos dirigimos a una hostería en pleno bosque húmedo donde pescamos las deliciosas truchas que luego devoraremos, acompañadas de yuca y patacones. Un final feliz para mis navidades tropicales.

Feliz Navidad a toda la familia, les extraño mucho y más estos días

domingo, 27 de diciembre de 2009

24 dic Avión


Retorno anticipado por razones ajenas a la ética y la justicia. la buena noticia es que nunca mais tendré que viajar con air comet. ah! y que el catering de noche buena en el avión era algo decente!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

lunes, 21 de diciembre de 2009

18 dic Cali


Son las cinco y media de la mañana delante del Complejo religioso de San Francisco. La gran plaza desierta. Peregrinos de misa de seis rodean sonámbulos la iglesia, circulan apegados al muro de piedra y se ordenan en los bancos obedientemente.
El amanecer es litúrgico. El silencio que "candela" las farolas cede a lo humano. Nubes despeinan sigilosamente el cielo gris. Vagabundos ordenan su hogar itinerante.
Tomo café en una esquina. 200 pesos de café infernal, reconfortante. La imagen: de pie, conversando con la señora que vigila su puestecito ambulante, rodeado de los primeros madrugadores. También los vagabundos toman café y buñuelo.
Cali es una ciudad linda: hay detalle. El centro respeta alguna casita desbaratada con aire nostálgico. Las paredes anuncian festivales ensalsados, con sabor a merengue, de cadera ágil y mente remendona.
Cali me gusta por su aire despistado, de falsa inocencia. Lo trascendental, algo efímero: la vida en un minuto, la vida eterna.
Un beso, Cali.

domingo, 20 de diciembre de 2009

17 dic Medellín


Desconcertantemente metropolitana, de paseo serpenteante y alocado, de edificios grises y suntuosos.
El centro de Medellín, seccionado por algunas vías principales, es una teleraña de callejones sin demasiada personalidad. El metro que comunica los polos de la ciudad, de paso elevado, reina desde la altura, sustentado por una monstruosa estructura de hormigón muy acorde al resto del paisaje. Los vendedores se suceden a lo largo de las vías peatonales; en los bajos de los edificios las fotocopiadoras escupen papel y las cafeteras chirrían con pasión. Los coches circulan en carrera y la gente camina sin pausa, esquivándose, atenta al festival urbano que le rodea. El tiempo alocado: lluvia, sol, lluvia, sol. La atmósfera es poco alentadora: vagabundos por doquier y desechos de la civilización acumulados en cualquier rincón.
Medellín es una urbe descarada, una capital funcional que rezuma compra y venta.

Consulto la guía de viaje y encuentro una alternativa. El Museo de Antioquia, en el ombligo de la locura, un remanso de paz. Fornido de arte contemporáneo, de acurada selección, es el tesoro de la ciudad. El edificio es sencillo y armonioso; dos patios interiores iluminan las salas y el color blanco cede protagonismo al amplio espacio que alberga la colección. Encontramos una vasta colección de Botero (pintura y escultura), así como viejos amigos tipo Tapias o Barceló. Sin embargo, me impresionan mucho las salas destinadas a artistas relacionados con la ciudad: Débora Arango, Ana Fonnegra de Igaza, Pedro Nel Gómez, Carlos Correa, Hernán Romero, León Posada, Luís Alberto Acuña, entre otros. Un legado de gran calidad que visibiliza la situación de conflicto permanente que caracteriza esta zona.

"La ciudad de la eterna primavera", como se conoce a Medellín, ha hecho furor en mi organismo, confundiéndome con una leve alergia, suerte que apareció Antiloquia a modo de antiestamínico. Una pequeña decepción aliviada por un bonito descubrimiento. Pero Volveré.

jueves, 17 de diciembre de 2009

16 dic Cartagena de Indias


Sentado delante del rehabilitado Convento de Santo Domingo, trago cerveza en el tercer y último "round" de la tarde. El sol empieza a bostezar y la brisa aletea ligeramente los manteles pinzados de las 46 mesas que invaden la plaza. Me distrae este movimiento acompasado, danzante; es muy sexy.
Cartagena es fabulosa, fantástica y maravillosa. Pero es mentira.
Cae la noche y el efecto Parque temático empieza a desvanecerse. El acotado paseo ya me aburrió. El escaparate ha perdido brillo y lo expuesto toma su color original. Las fachadas color pastel son más torta que pastel.
La pequeña Venecia, la perla del Caribe, oscura, suspendida en mi cabeza a base de lánguidos suspiros de aburrimiento.
Sorbo otro trago.
Buscavidas de extracentro requieren amparo de bolsillo de capital extranjero. "Hei mistel!, una moneíca". El turísta frunje desconfiado. Escapuliéndose en esta pequeña maraña urbana finta conocer el terreno: su precipitación hacia la cena tiene los minutos contados. Sin darse cuenta, cruza tres veces la misma esquina, la misma calle, los mismos ojos. Ya no hay reflex digital, no hay objetivo de quilo y medio, no hay confianza.
Me agrada más esta Cartagena que la diurna, porque es la verdadera realidad motriz que hace funcionar las ciudades de plástico: ovejas anglosajonas deambulando exóticamente en mercadillo urbano con hermoso decorado colonial. Cartagena, ángel desangelado. Hoy ya hizo la fotosíntesis.

Sobre las siete empieza mi excursión hacia la Terminal de autobuses. Camino perpétuo, asardinado entre trabajadores, de hora y medio de recorrido. Cruzamos cientos de calles a frenazos, desvíos forzados y trompicones. Una calle cortada porque hay un "mancito" tendido en el arcén con una bala en la cabeza. La justicia sigue durmiendo, nadie le ha avisado, nadie confía.

Cartagena, lo más sincero que siento en tí es tu muralla.

martes, 15 de diciembre de 2009

13 14 15 dic Santa Marta


La descripción de la vida acá es difícil de sintetizar.
El atardecer, lo ven en la imagen.
A parte:
Cielo celeste, apaisado, sin cúmulos ni estratos ni fin.
Mar reposado, dominado, y claroscurismo caribeño.
Quizá acaban fundiéndose, el horizonte poco importa.
Un pequeño cosmos, esférico, una burbuja placentera.
Caribe es relax, arena, baño.
No hay tiempo, hay el sol y la luna; la gente vive en la playa, el mar nutre su vida.
Leo el libro mientras agarro puñaditos de fina gravilla caliente y la suelto progresivamente, como un reloj de arena consolidando tiempo de meditación. Lejos, perros corretean queriéndose a lo largo del litoral. Más lejos, tampoco me importa.
Mi mente vive blanca, libre, sin pasado ni futuro.
Vamos, que aquí sí desconectas, jeje...

sábado, 12 de diciembre de 2009

12 dic Villa de Leyva

El blanco devora la luz, se vuelve frío si esta es cenicienta, cálido si es brillante.
El blanco es, en las paredes coloniales, sencillez, rotundidad, descanso.
Recurso de embellecimiento, diferenciación premeditada de lo natural, simplicidad humanizante.
Sobre el blanco la sombra es más sombra y el tiempo más cruel.
Me atrae su forma de retar la mano del canalla.
Su orgullo humilde, alegría modesta.

11 dic Bogotá


Bogotá es un puerto sin mar. La ciudad es densa, vibrante, ajetreada. Su centro, La Candelaria, un bastión colonial, tanto de fachada como espiritual. Si por algo gusta Bogotá es por este entramado de calles cuyo centro es la Plaza de Bolívar, haciendo extensión a la calle 7, eje financiero y comercial de la ciudad.
Mi día en Bogotá ha sido agotador. Aterricé de un sueño extraño en la terminal de autobuses. La sociedad se ordenaba en fila en el espacio exterior y tomaba, ordenadamente también, los taxis que les eran asignados (previa identificación, dispensa de la dirección de destino y acuerdo de precio con una agente encargada). Bueno, pués pal centro. Pero... ¿dónde exactamente? Calle, número... Pues no lo sé señora, no tengo el callejero de su ciudad memorizado. Enfín, que me dejaron en la plaza principal, la Bolívar, y de allí ya me busqué la vida. Con el hotel no me compliqué, el que estaba más cerca era el más baratito, así que niquelao.
Instalado me dí a la fuga, porque en estas ciudades grandes, rebosantes de personajes "carismáticos", más que paseo es una huída.
Mi paz recobraría mi corazón en el Museo de la Nación, en la 7. Aprendí algo (de hecho, bastante) sobre la historia de la bella Colombia: "lo que fue y lo que es". Lo que siempre hecho de menos en los museos es un poco de atrevimiento, propongo que se aventuren en "lo que será": así sería más emocionante y la gente recordaría algo de lo que vé, a largo plazo, jeje. Independientemente, el Museo está muy bien confeccionado: es sintético, pedagógico y no es claustrofóbico (a pesar de que el edificio es una antigua carcel).
También había una exposición sobre las telenovelas y como madalena en boca de Proust, me evocó aquellas tardes de miércoles que mi abuela me cebaba a lentejas y lomo empanado y, trás placentera actividad, recobraba fuerzas espaturrado en el acolchado sillón marrón, hasta que llegaba mi tía Sofía de trabajar, que era cuando empezaba la telenovela (aproximadamente) y entonces, disponía toda la atención en esos extraños seriales colombianos o venezolanos.
Comí sin fijarme en lo que comía, abstraído por el ambiente folklórico (un poco grotesco) del lugar elegido, en una esquina de La Candelaria. Para no perder el norte, me dirigí al museo "Donación Botero", donde albergan una magnífica recopilación de arte, donada por el artista.
Delante del museo, me compré un par de libros, que andava escaso de aprendizaje culural y me dispuse a leer toda la tarde en una terraza. No estuve solo, la lectura fue amenizada por el burbujeo de la agua con gas y la tremenda orquestra automobilística inconfundiblemente urbana.
Cuando el frío me echó, me trasladé a un bar español (trágico error, sucumbí a la nostalgia) y me sablaron 3 dólares por una copa de vino tinto (encima, creo que era argentino).
Me acosté temprano, muy temprano, "metamorfoseandome" entre letras de Kafka.

jueves, 10 de diciembre de 2009

10 dic Popayán


Popayán, ciudad con voluntad de pueblo: carácter íntimo, de fachada blanca con sutil línea color crema, calle empedrada y patio interior con fuente, "souvenir" morisco.
Popayán y el silencio nocturno: la armonía del carácter colonial, preservado durante más de cuatro siglos.
Popayán y el ajetreo diurno: comercio por doquier, consumo acelerado. Esquinas rebosantes de tertulia y mordiscos.
Popayán y sus empanadas de pipián, rellena de una amalgama sabrosa de patata, cebolla y pollo, aliñada con comino, azafrán y ají.
Popayán, con mucho gusto.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

9 dic Laguna de la Cocha

El taxista ruge motor en el camino que guía hacia la Laguna. Grises nubes cubren el fondo del valle, pero el lago se deja entrever; un azul ennegrecido, color carbón, destella como lava petrificada. El pueblo es humilde y pintoresco; un vedado contemporáneo, ajeno al progreso y a la diversificación. Pequeños restaurantes anuncian tímidamente a través de carteles desaliñados: escena de abandono, esplendor pasado. Junto a la laguna reposan las balsas, desordenadas: nombres ensartados sobre el agua.
El desayuno es un despertar sensitivo. El queso se desmembra granuladamente y me digo "es de ese que ya no se encuentra"; el agua de panela hace el resto. Reposo unos minutos, un poco perdido, pienso en mi primo, su compañía. Actualizo mi mente y salgo del vache: hay que hacer camino.

8 dic Pasto


El sudor tropical recula ante el aire caliente. El viento agita mi rostro como un cachete cariñoso. La morriña cabecea mis ojos hacia el infinito.
El paisaje es espectacular, abrupto, climáticamente diverso y acumulativo, anárquicamente verde. Verde intenso en lánguidos valles copados por pequeñas cadenas de montañitas: parecen carnosas raíces que van desde lo alto de las lomas hasta el fondo del valle. En este horizonte unicolor, se suceden pequeñas aldeas que pueblan la carretera Panamericana. Decenas de mujeres mayores se cuentan durante el camino; postradas en la cuneta, piden limosna y chantajean al vehículo pasante con una cuerda de nylon elevada que cruza la carretera. El autobús nos vuelve impunes.
Pasto es sólo un punto entre dos vectores, el viaje sigue hacia Popayán.

lunes, 7 de diciembre de 2009

5 6 7 dic Quito

Quito es hogar. Viajar cuelga de lo efímero: no hay planificación que valga; la movilidad dificulta cualquier orden y en ello recae su gracia. No hay lista de la compra, no hay lavar sábanas, no existen los fogones ni los horarios son dogma de fe. Pero tras unas semanas de periplo, cobra sentido elaborar la comida según tus propios gustos, digerir junto al ruido de fondo del televisor a modo de bajo continuo y lo de dormir más de tres días seguidos en la misma cama, muta en alegría mañanera. Quito ha sido hogar y volverá a serlo más adelante, porque esta madrugada parto hacia Colombia.

sábado, 5 de diciembre de 2009

4 dic La Ecuatoriana


La Ecuatoriana es un barrio periférico del sur de Quito. Periférico no sólo es distancia física, sino exclusión, marginalidad y desarraigo. Hoy hemos asistido a la inauguración del tercer Centro para la Juventud de esta ciudad y hemos hablado con los jóvenes que han promovido esta iniciativa con el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad. A través de las diferentes manifestaciones artísticas, culturales y políticas que surten de las culturas juveniles urbanas, se produce la integración de los jóvenes en el tejido social del barrio; con medios reales, el acceso de los jóvenes hacia una autogestión de sus propios espacios y hacia un ocio responsable crece exponencialmente. La experiencia ha sido muy enriquecedora; esperemos que se trate de una apuesta política y no de un hecho aislado.
foto: cartel de un concierto cuya imagen central es un impresionante cuadro que narra el encuentro entre los indigenas y los españoles, ubicado en el Museo de la Ciudad.

3 dic Quito

"Yo soy el chullita quiteño
La vida me paso encantado,
Para mi todo es un sueño,
Bajo este, mi cielo amado"

Las Fiestas en Quito no son baladí. La ciudad muestra su cara más canalla: un carnaval necesario, encubierto. Las "chivas", pequeños camiones de carga engalanados, carrean quiteños y quiteñas que corean la vida entre tragos de Canelazo. Orquestras uniformadas marcan el ritmo de la calle; Quito se reúne improvisadamente en cada esquina, en cada tugurio, y ensalza su espíritu festivo. Se suceden brindis, vivas a la ciudad (hasta al alcalde!) y largas partidas de 40, juego de cartas que cataliza la esencia de las fiestas: alegría, improvisación y suerte. Quito tiene su Semana, pero el encanto lo mantiene todo el año.

jueves, 3 de diciembre de 2009

30 nov 1 2 dic Máncora


sol ardiente, ceviche al punto, tiradito picante picante, arroz y marisco, cervecitas Brahma heladas, chiringuito y reggae, mucho hippie, pocas nueces, menos trabajo, gente cálida, precios subliminales, arena omnipresente, chanclas o pies desnudos, bañador full time sin camiseta, penúltimas cervezas Cuzqueñas, mototaxis, más sol, cangrejos pinzando arena, puestas de sol de postal: Máncora, un final por todo lo alto con luna llena.

28 29 nov Lima


Lima nos volvió a sorprender cálidamente, a pesar de los imprevistos que forzaron nuestra visita. Nuestra Tía Paca había enfermado gravemente y sintimos que nuestro "de paso" por la ciudad debía reconsiderarse una segunda visita. Nos hospedamos en casa de Nacho, un amigo de Oscar, cuya familia nos acogió calurosamente. La estancia se hizo corta: visita a nuestra tía (que mejora notablemente), degustación de embutidos ibéricos en San Isidro, algún pisco sour noctámbulo por Miraflores, victoria azulgrana a media mañana contra el eterno rival y poco más. Buen sabor de boca, nuevamente.
foto: Julio, Nacho y Oscar.

viernes, 27 de noviembre de 2009

25 26 27 nov Cañón del Colca


El cañón es una herida abierta. Un corte infinito con miles de metros de profundidad que escarba estratos y deja entrever las capas que existen en la tierra de las épocas más remotas de la formación del planeta. El paisaje se descubre ante nosotros entre paredes rocosas de corte vertical que convergen en el fondo de la falla. Empieza un largo y empinado descenso hasta el fondo del valle, donde el río Colca fluye armoniosamente por su viejo y conocido camino.
Desde lo alto de la montaña se vislumbra un espejismo surrealista fruto de la incidencia del hombre: en el fondo del valle existe un oasis ficticio y completo: palmeras, piscina y césped en medio de un páramo vertical. Parece un bocadillo de pan duro y seco relleno de apetecible lechuga.
Proseguimos nuestra caída hacia los confines de este infierno con esperanza de chapuzón en el río. Nuestro baño, sin embargo, tenía más de voluntad que de firme decisión y la temperatura del agua nos empuja hasta la piscina de un rupestre ressort albergado en este paradisíaco lugar. Dos chapuzones y una siesta más tarde, emprendemos la subida, repitiendo la ruta. Los idílicos y relajantes baños preceden el sofoco y la extenuación. El camino se hace interminable: subimos ciegos, mudos y sordos, concentrados en el final del empinado sendero. Vislumbramos la cima de la colina, coronada por el vuelo de un cóndor solitario.
Más tarde, recordamos el esfuerzo entre risas que evocan cansancio: justa recompensa con refrigerio en mano.

aclaración: comprende las ciudades de Chivay y Cabanaconde.

23 24 nov Arequipa


La Arequipa original fue construida de adobe y techos de paja y cañas, como la mayoría de construcciones rurales de la zona. A raiz de las violentas erupciones de los volcanes que la protejen y la amenazan, nace la nueva ciudad blanca, tal y como se conoce hoy en día.

El sillar es una piedra volcánica blanca con la que se contruye, durante el siglo XVI, todo su centro histórico. La piedra la traen de las canteras del volcán Chachani, de 6075 msnm, que junto al Misti cuidan a esta dama vestida de blanco.

Es bella y coqueta como ninguna otra. De hecho, sus habitantes reclaman su independencia del Perú casi desde su fundación. Su encanto recuerda al de nuestra querida Salamanca, a ratos Córdoba y a ratos Granada. El clima es 100% andaluz. Cielo azul, mucha luz, ese calor seco y geranios colgando de las paredes en un barrio muy parecido al albaicín. No es de extrañar que nuestros antepasados se sintieran como en casa.

El convento de Santa Catalina es una pequeña ciudad dentro de otra. La dama blanca embarazada, su hermosa criatura es un monasterio fundado en 1579, que hasta hoy sigue siendo hogar de algunas afortunadas monjas de clausura. Es un espectáculo arquitectónico, un laberinto pintado de color teja y azul mediterráneo.

Es atrevida, viva, dificil escapar de ella. Resulta tan familiar que al rato de irte ya la echas de menos. Por no hablar de la comida. Definitivamente, donde mejor se come del país.

Nuestras jornadas gastronómicas empiezan, casi si darnos cuenta, en el Mercado de San Camilo. Empezamos con un bocadillo de lechón asado, luego probamos una de las mejores empanadas de nuestras vidas y decidimos empalmar desayuno con almuerzo. Seguimos entonces con el típico rocoto relleno (pimiento rojo picante) acompañado de un delicioso pastel de papa al horno. Al día siguiente regresamos al mercado para proseguir nuestra exploración culinaria. Abrumados por tan deliciosa oferta, decidimos juntar de nuevo todas las comidas del día. Empezamos con el mejor ceviche que hayamos probado y, seguramente, probemos. Seguimos con un platazo de chancho, osea cerdo al horno, crujiente como cochinillo y grande como "truja". Acompañado de un raro y delicioso arroz, patata y ensalada. El empacho es considerable, pero no podía faltar un postre a la altura de tal banquete. Una siesta entreviendo el Barça - Inter en directo. Que más se puede pedir?

lunes, 23 de noviembre de 2009

22 nov San Pedro de Atacama


Calles de arena desérticas, franqueadas por altos muros de barro, en la ciudad donde la lluvia rocía la tierra una o dos veces al año. Un paseo por San Pedro, en el Desierto de Atacama, té dá a entender que estás en uno de los lugares más áridos del planeta. El pueblo es pequeño, un bazar blanco, laberíntico; recoge la mejor esencia del desierto. Las fachadas limpias y sencillas de sus edificios desembocan en acojedores patios interiores que nos han embriagado de nostalgia ibicenca. San Pedro nos acogió con silencio y, como quien mece a un niño, nos balanceó de nuevo hacia Perú. Bonito Chile, breve Chile.

domingo, 22 de noviembre de 2009

19 20 21 nov Salar de Uyuni

Es el oceáno petrificado, congelado, quieto y mudo. Con cuatro horizontes infinitos sobre los que flotan algunos pequeños cerros oscuros a la distancia. Los residuos actuales de lo que alguna vez fué mar, y alguna vez un lago, hoy son diez mil millones de toneladas de sal fina extendidas a lo largo de doce mil kilómetros de altiplano boliviano. Eso es el salar de Uyuni.





miércoles, 18 de noviembre de 2009

martes, 17 de noviembre de 2009

17 nov Potosí

A sus 4000 y pico metros se respira con dificultad, pero es un aire lleno de historia y tradición. Sus calles empedradas, los balcones estilo Pizarro que se desprenden de las fachadas, la Casa de la Moneda y la imponente Catedral hacen gala de un pasado esplendoroso, en el que sus calles lucían recubiertas de plata. Potosí vale más que un Potosí. Y lo vale por los cinco siglos de expolio, genocidio y barbarie.
Hoy día, hemos tenido "la suerte" de vivir un poquito de esa historia en carne propia. Antes de entrar en las profundidades del cerro Potosí, nos llevan al Mercado minero, donde se abastecen las cooperativas que autogestionan la explotación de las más de 200 minas. Allí, compramos los presentes habituale que se les obsequia durante la visita a los obreros del infierno: alcohol puro de 96 grados para beber y sanar las heridas del alma, hoja de coca, refrigerios varios y un poco de nitroglicerina (legal en la ciudad).
Empieza la jornada laboral penetrando la montaña por uno de sus oscuros horificios que conduce al reino de Hades. Como dos "indianas" nos deslizamos por las vías de las carretas cargadas con tonelada y media de materia bruta, que luego es llevada a una planta de refinamiento donde se extrae el zinc, la plata y el cobre. Conversamos luego, largo y tendido, con los mineros sobre la hiostoria de la lucha obrera y nos empapamos un poco de la rutina de su trabajo. La jornada termina acudiendo a la capilla donde se encuentra "el Tío", un demonio con sus cuernos y su miembro erecto, al que rinden tributo los obreros con las ofrendas ya antes mencionadas. Cada viernes le piden que fecunde la Pachamama para que de su unión nazcan vetas generosas de mineral puro.

14 15 16 nov Coroico

Los Yungas son dos valles que bajan del altiplano a la Amazonia. En una de sus colinas se encuentra Coroico, un pueblo destartalado, convertido en segunda residencia de los paceños. Se haya en medio del bosque nublado y es el punto de partida hacia las partes bajas de la selva boliviana. Es una pena: un entorno tan exuberante y un pueblo tan poco pintoresco. Sin embargo, para nosotros ha tenido un efecto balsámico parecido al de un balneario. Hemos pasado la mayor parte de tiempo reposando en el hostal, escuchando la música de la naturaleza desde la piscina.

lunes, 16 de noviembre de 2009

13 nov Tiwanaku

Tiwanaku es un complejo arqueológico cercano a La Paz. Se trata de una cultura preinca, de la que aún falta mucho por desenterrar. Hemos pasado el día observando los totems y una gran pirámide bajo la lluvia y el viento. Ampliaremos detalladamente está información más adelante.

jueves, 12 de noviembre de 2009

11 12 nov La Paz interior

Después de la tormenta llueve con calma. La temporada de lluvias acecha y con ella aparecen los primeros síntomas del invierno.
Sin darnos cuenta hemos caído en la trampa: somos presos en el fondo de este gran cráter, del que no podemos salir.
Se trata de un alto en el camino: recargar las pilas y proseguir la aventura.

8 9 10 nov La Paz exterior

La Paz hace honor a su nombre. Al contrario que Lima y sus contrastes, la Paz es una agradable monotonía, una rutina muy familiar. La paz es un estado de ánimo. Es sentir el sol a las 6 de la mañana filtrando entre la cortina y el cristal. Es desayunar en el residencial barrio de Sopocachi cuando falta una hora para almorzar. Es subir a los cerros que circundan la ciudad para darte el lujo de ver toda esta mancha de ladrillo desde arriba. Es fintar entre los puestecitos del mercado de San Pedro y creer que estás en el lisbonense Bairro Alto. Es zambullir tu cuerpo en el laberíntico mercado del Alto, situado en las colinas que rodean la urbe, y dejarte llevar por la marea. Si la paz es una Virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, nuestra Paz está siendo actividad constante. No sabíamos a qué veníamos exactamente, pero nos ha abierto los brazos y nos sonríe constantemente: sinceramente, nunca otra ciudad nos ofreció tan bueno en tan poco. Pide y recibirás.

martes, 10 de noviembre de 2009

5 6 7 nov Lago Titicaca

El lago visto desde Puno:

No se ve muy bonito. No es culpa suya, lo que pasa es que el viaje ha sido muy duro. Una larga noche sin pegar el ojo, ronquidos, frio e incomodidades varias. Como dos muertos vivientes somos atacados por bandadas de zombies sin piedad, que quieren devorar la poca energia que nos queda. Dicen que quieren llevarnos a unas islas en medio del lago para hacer un festin con nosotros. Obviamente, nos negamos y cogemos el primer bus a Copacabana, Bolivia. Es nuestra única escapatoria.

El lago visto desde Copacabana:

Llegamos de nuevo al ecuador, de nuestro viaje pero. Al fin Bolivia. No es que quisieramos irnos del Perú así, pero la verdad es que se agradece el cambio de aires. Empieza una nueva etapa.

Ahora si se puede admirar lo que tenemos ante nosotros desde una perspectiva mas relajada. Técnicamente se trata de un lago, pero mas bien es un mar a 3800 msnm. Ademas es la cuna de la civilización inca, donde nació su primer dios Viracocha, quien envió a Manco Cápac y Mama Ocllo a fundar el Tahuantinsuyo (imperio inca).

Copacabana es un pequeño puerto que vive del turismo y de la crianza de truchas. La altura se nota un montón, el aire te falta y te mareas a cada paso. La hoja de coca es el único remedio que funciona. Otro día hablaremos de sus propiedades, que son tan infinitas como desconocidas. Es un rincón muy curioso del mundo que comparte con su tocaya brasileña el ambiente nocturno y el frenesí de sus habitantes. Una rara mezcla de indígenas aymaras y extranjeros exiliados de sus paises por motivos que mejor no saberlos.

El lago visto desde la Isla del Sol:

Al día siguiente emprendemos la travesía en una barcaza añeja hacia la isla del Sol. El epicentro de la civilización inca. El trayecto dura unas 3 horas dada la poca potencia a la que rinden los motores a tanta altura. Pero mejor, esa agradable lentitud te sumerge en un mar de luz y agua que recuerda demasiado a nuestro querido mediterraneo. Cierras los ojos y de repente despiertas en el trayecto de ibiza a formentera o del peloponeso a mikonos. Es todo tan estraño y conocido a la vez, es como volver a nuestros orígenes griegos, pero sobretodo es darte cuenta de que en el mundo se repiten los patrones una y de que las civilizaciones lejanas se parecen mas de lo que nos enseñaron de pequeños.

La isla es un pequeño cúmulo de montes áridos, habitada únicamente por indígenas aymaras organizados comunitariamente. Ellos viven de lo que dejamos los visitantes, de sus artesanías, sus patatas y sus ovejas. Es de admirar la autosuficiencia y la humildad de esas gentes, todos deberíamos aprender un poquito de ellos.

Tras una asfixiante caminata por sus cerros, llegamos a nuestro destino. El segundo asentamiento de la isla, al norte, llamado Challapampa. El sol es abrasador, parecemos dos pollos a l'ast, solo faltan las patatas. Nos alojamos con una familia del lugar en una construcción de adobe frente a una hermosa playa, por la que vuelven de trabajar en el campo nuestros anfitriones con sus azadas y ovejas.

Al día siguiente visitamos el sitio arqueológico cerca del pueblo donde se encuentra una enorme roca sagrada para los incas. Ahi acudían sacerdotes de todo el imperio para realizar sacrificios y otros ritos que perduran hasta nuestros días. El lugar es realmente mágico y sobrecogedor. Las playas nada tienen que envidiar a las de las islas griegas o baleares. Es un paraiso perdido en el tiempo, tan desconocido que te hace sentir especialmente afortunado.. Le damos las gracias al lago por acogernos y dejarnos formar parte de su leyenda.

lunes, 9 de noviembre de 2009