La Arequipa original fue construida de adobe y techos de paja y cañas, como la mayoría de construcciones rurales de la zona. A raiz de las violentas erupciones de los volcanes que la protejen y la amenazan, nace la nueva ciudad blanca, tal y como se conoce hoy en día.
El sillar es una piedra volcánica blanca con la que se contruye, durante el siglo XVI, todo su centro histórico. La piedra la traen de las canteras del volcán Chachani, de 6075 msnm, que junto al Misti cuidan a esta dama vestida de blanco.
Es bella y coqueta como ninguna otra. De hecho, sus habitantes reclaman su independencia del Perú casi desde su fundación. Su encanto recuerda al de nuestra querida Salamanca, a ratos Córdoba y a ratos Granada. El clima es 100% andaluz. Cielo azul, mucha luz, ese calor seco y geranios colgando de las paredes en un barrio muy parecido al albaicín. No es de extrañar que nuestros antepasados se sintieran como en casa.
El convento de Santa Catalina es una pequeña ciudad dentro de otra. La dama blanca embarazada, su hermosa criatura es un monasterio fundado en 1579, que hasta hoy sigue siendo hogar de algunas afortunadas monjas de clausura. Es un espectáculo arquitectónico, un laberinto pintado de color teja y azul mediterráneo.
Es atrevida, viva, dificil escapar de ella. Resulta tan familiar que al rato de irte ya la echas de menos. Por no hablar de la comida. Definitivamente, donde mejor se come del país.
Nuestras jornadas gastronómicas empiezan, casi si darnos cuenta, en el Mercado de San Camilo. Empezamos con un bocadillo de lechón asado, luego probamos una de las mejores empanadas de nuestras vidas y decidimos empalmar desayuno con almuerzo. Seguimos entonces con el típico rocoto relleno (pimiento rojo picante) acompañado de un delicioso pastel de papa al horno. Al día siguiente regresamos al mercado para proseguir nuestra exploración culinaria. Abrumados por tan deliciosa oferta, decidimos juntar de nuevo todas las comidas del día. Empezamos con el mejor ceviche que hayamos probado y, seguramente, probemos. Seguimos con un platazo de chancho, osea cerdo al horno, crujiente como cochinillo y grande como "truja". Acompañado de un raro y delicioso arroz, patata y ensalada. El empacho es considerable, pero no podía faltar un postre a la altura de tal banquete. Una siesta entreviendo el Barça - Inter en directo. Que más se puede pedir?
El sillar es una piedra volcánica blanca con la que se contruye, durante el siglo XVI, todo su centro histórico. La piedra la traen de las canteras del volcán Chachani, de 6075 msnm, que junto al Misti cuidan a esta dama vestida de blanco.
Es bella y coqueta como ninguna otra. De hecho, sus habitantes reclaman su independencia del Perú casi desde su fundación. Su encanto recuerda al de nuestra querida Salamanca, a ratos Córdoba y a ratos Granada. El clima es 100% andaluz. Cielo azul, mucha luz, ese calor seco y geranios colgando de las paredes en un barrio muy parecido al albaicín. No es de extrañar que nuestros antepasados se sintieran como en casa.
El convento de Santa Catalina es una pequeña ciudad dentro de otra. La dama blanca embarazada, su hermosa criatura es un monasterio fundado en 1579, que hasta hoy sigue siendo hogar de algunas afortunadas monjas de clausura. Es un espectáculo arquitectónico, un laberinto pintado de color teja y azul mediterráneo.
Es atrevida, viva, dificil escapar de ella. Resulta tan familiar que al rato de irte ya la echas de menos. Por no hablar de la comida. Definitivamente, donde mejor se come del país.
Nuestras jornadas gastronómicas empiezan, casi si darnos cuenta, en el Mercado de San Camilo. Empezamos con un bocadillo de lechón asado, luego probamos una de las mejores empanadas de nuestras vidas y decidimos empalmar desayuno con almuerzo. Seguimos entonces con el típico rocoto relleno (pimiento rojo picante) acompañado de un delicioso pastel de papa al horno. Al día siguiente regresamos al mercado para proseguir nuestra exploración culinaria. Abrumados por tan deliciosa oferta, decidimos juntar de nuevo todas las comidas del día. Empezamos con el mejor ceviche que hayamos probado y, seguramente, probemos. Seguimos con un platazo de chancho, osea cerdo al horno, crujiente como cochinillo y grande como "truja". Acompañado de un raro y delicioso arroz, patata y ensalada. El empacho es considerable, pero no podía faltar un postre a la altura de tal banquete. Una siesta entreviendo el Barça - Inter en directo. Que más se puede pedir?
Ens alegra que trobesiu aquesta llacuna gastronòmica, apart quye ens sembla que teniau ganes de menjar bé, doncs des del Perú d'abans no deiau res de menjar. Aquí si que heu tret el ventre de penes. Les vostres descripcions continuen sent la mar d'encoratjadores.
ResponderEliminarUna forta abraçada de part dels tres.
Acabamos de llegar de celebrar el santo de Albert y el cumple de Xavi, estaba empachada, pero ahora,leyendo esto, a punto de reventar.
ResponderEliminarDe parte de todos besos, os echamos mucho de menos (¿no habéis notado un cosquilleo pequeñito después del brindis a vuestra salud?)
Alfon ya ha satisfecho su curiosidad gastronómica. No sé si ahora podría con el bcadillo de lechon!!!!
Cuidado con las indigestiones.
Un abrazo y hasta muy pronto.